viernes, 15 de abril de 2011

Un silbido afilado serpentea entre las ramas de la chopera,
es la única melodía que necesito oír,
tus latidos parecen acompasarse con cada ráfaga,
aun hace frio por la noche, estamos en abril y en león.
La hierba mullida bajo las plantas de los pies,
aun húmeda, pese a ser mediodía,
el rocío de la mañana,
parece  persistir a este prematuro calor.
En las montañas de esta tierra,
la noche es dura, incluso en pleno verano,
así que, no digamos en semana santa.




Tu melena, un poco más clara 
debido al timido sol que nos abraza,
que parece aliarse con el equinoccio de primavera,
 me hace cosquillas cuando te inclinas sobre mí, para besarme.
Las horas pasan entre miles de caricias,
este instante es nuestro, solo nuestro,
nada importa, 
y mucho menos el tiempo,
del que somos esclavos, la mayor parte de nuestra vida.
Nos sentimos libres,
Libres y relajados, 
tumbados junto al rio,
el uno para el otro,
hasta que el sol nos bañe, 
con su sádico adiós entre las montañas.
                                                                                               Hecate

No hay comentarios: