viernes, 28 de enero de 2011

LA EXTRAÑA PARADOJA

¡Qué extraña paradoja, la vida, cuando tienes al menos un pequeño ápice de uso de razón! Qué sencillez entrama la misma, cuando tan sólo somos unos cachorritos inocentes e ingenuos…
Y es que no deja de sorprenderme, tras decenas de años vividos y sufridos, que aunque la vida te azote, te agolpe a puño cerrado, te patee las entrañas… el más mínimo detalle te hace la persona más feliz sobre la tierra.
Esta mañana, cansado y dolorido por el reuma (cómo  se encabrona el maldito, cada vez que llueve en esta nuestra seca tierra), salí de casa cargado, ¡qué digo cargado!, ¡hundido! bajo toneladas de mal humor y desesperanza. No puedo fumar en los bares, el médico me ha quitado de comer cecina y demás cosas ricas, y la chica que me hace la casa me prohíbe totalmente la sana copita de vino con las comidas…
Pero sales, y te cruzas con un rapacín de no más de 10 años. Y se le cae la pequeña pelota que lleva en las manos, bajo la atenta mirada de su madre. Y te da lo mismo el reuma, tú te doblas como un mozalbete de terso y duro lomo para recogerla y depositarla en esas diminutas manos disimulando el dolor de articulaciones.
Y ahí llega la paradoja. Que la sonrisa desdentada del niño, me alegra la vida una vez más, y merece la pena todo.
Así que me retiro, lectores. Me voy a comer unos callos, tomar un clarete, y fumar un purito.  Que la vida, al fin y al cabo, son dos días.





Snake Skin

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