jueves, 27 de enero de 2011

-- A la Vejez --



Caminé durante unos minutos antes de llegar a la plaza. El frio se metía en los huesos paralizando aún más estas viejas articulaciones. Llego al viejo soportal de la casona. Hay una inmensa puerta de madera. La pared agrietada por los años, me recuerda a mí mismo, viejo cansado y solo.
Poso el sombrero sobre el escaño. Busco en el zurrón de pana la llave…y por un instante recuerdo aquel portón lleno de vida, como cuando aún vivía Amanda. Ella lo adornaba con enredaderas y tiestos en flor, de miles de colores. El rojo de los geranios resaltaba sobre los ladrillos encalados. El calor del hogar era tan diferente...Todo era tan nítido que por un momento pensé q lo podía tocar.


El golpe de un balón, con el que juegan unos jóvenes de la plaza me devuelve de súbito al presente. Hace mucho  viento, hay un círculo de hojas que gira ascendente... notaba la vida en el aire que las zarandeaba...sentía su fuerza, era uno de esos momentos íntimos q me hacían sonreir una vez más.
Abro el portón, camino lentamente por la galería q me lleva a mi vieja biblioteca. Spot maúlla pidiendo algo de comida, vamos pequeño. Ahora preparo algo para los dos.
Veo tras la puerta acristalada el libro que comencé anoche. Continuaré la lectura plácidamente. Los libros y mi antigua colección de maquetas de veleros.. son ya, los pocos placeres que me quedan, querida.
Tú siempre decías que el gusto por lo exquisito nunca se pierde, así que tras servirme una copita de cava, escucharé aquel vals de Strauss que tanto te gustaba e inventaré nuevas vidas repletas de aventuras tal y como antaño compartíamos, antes de que el sueño me alcance.





                                                                                                                                               
                                                                                                                   Kovet.

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