lunes, 7 de marzo de 2011

El mundo feliz de la inconsciencia

"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."
Groucho Marx

Me gusta mirar por la ventana, observar las calles, fijarme en las luces de mi calle, las baldosas de las aceras, el asfaltado de la carretera… Luego pienso en cambiarlo todo, quitar las farolas, cambiar las baldosas y agujerear el asfaltado, después de todo ¿para qué sirve un concejal de urbanismo si no puede uno hacer obras?

Salgo de casa, un nuevo día me espera. Camino por la calle sorteando socavones, esquivando vallas amarillas o saltando agujeros en el asfalto a medio parchear.


Saludo a un amable viandante y él me devuelve el saludo acordándose de mi madre. Curioso, no recuerdo a ese hombre hablando con mi madre. Espero en el semáforo y me aparto de una baldosa que flojea, lamentablemente la mujer que venía detrás de mí no tiene tantos reflejos y al pisarla se salpica con el agua que había debajo. Lástima, esos zapatos blancos no volverán a ser los mismos.

Cruzo la calle evitando la pintura superdeslizante del paso de peatones, la mujer que venía detrás no tiene su día y se cae en medio del paso, ahora también tiene el abrigo y los pantalones embarrados. Estos pasos de peatones son una trampa mortal cuando llueve, pero ¿Quién iba a saber que esa pintura era tan deslizante al mojarse? Yo sólo soy el concejal de obras, no soy pintor.



Dejo atrás a la mujer que trata de levantarse pero vuelve a caerse de culo en medio del paso. Continúo calle arriba, oigo un ruido seco y duro, como de algo que se rompe. Un coche acaba de pisar un socavón, la rueda se ha atascado en el agujero y parece que ha roto la ballesta al intentar salir, tiene mala pinta. El conductor jura por todo lo más sagrado, gesticula y se mueve arriba y abajo. De repente se fija en mí y su cara adopta una expresión extraña y grita unas palabras que no llego a entender, supongo que algún tipo de saludo. Yo también le saludo. Sigo caminando en dirección al ayuntamiento, son casi las once y en algún momento tengo que aparecer por la oficina. Unos metros más adelante observo una gran cola de coches, parece que el nuevo plan de reordenación del tráfico, según el cual,  la mitad de las calles del centro están cerradas por obras y la otra mitad han cambiado de sentido, no está haciendo efecto. Quizás hubiera sido buena idea avisar antes de cambiar las señales o cerrar las calles.

Llego a la oficina justo a tiempo de saludar a mi amigo el “Bigotes”. Le doy un fuerte abrazo y aprovecha para darme el sobrecillo con su contribución desinteresada a mi causa. Entre los dos estamos cambiando la ciudad, y de paso, también mi chalecito en la Costa Brava, lo uno no quita lo otro.


Entro en el despacho, firmo un par de documentos denegando de permisos de obra, mando unos requerimientos municipales y ya está hecha la mañana.

Mari Pili, me voy a revisar unas obras en el Ejido.

Cruzo la calle, entro en la cafetería. "Lo de siempre Manolo" digo al camarero. Me siento en la mesa del fondo y me pongo a leer el Marca. Otro día de trabajo, otro gran día para nuestra ciudad, otra obra que empieza y otras muchas que están sin acabar. ¿No es la vida fantástica?




DIMAS

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