En un vago intento de no divagar ni un segundo más en los “porqués” de la actitud humana, divisó el paquete de cigarrillos sobre la mesita, encendió uno y se marchó.
Hay circunstancias ineludibles que conforman los momentos de las grandes decisiones, de las renuncias solemnes, son espacios de soledad, de consultas con uno mismo, sin artificios, sin dolor y a sabiendas de no obtener respuesta alguna.
Ya no podía resolver la situación, giraba todo dentro de un sinsentido irreparable. No pediría explicaciones ni buscaría escusas. Pero las idas y venidas de llamadas seguían sucediéndose y el aire empezaba a ser tan asfixiante que no podía avanzar, notaba que sus piernas pesaban cada vez más, no le dejaba pensar, todo era turbio...
“La discordia puede enviarte a recorrer caminos duros...” pensaba... "y lo más absurdo de todo es el significado tan diferente que cada uno le da. La sabiduría popular recomienda prudencia en nuestros vínculos, para no dar lugar a posteriores exigencias que declinan en decepción, por ambas partes claro...Aquí la mierda la llevamos todos por dentro y así nos va. Supongo que ello guarda relación directa con nuestra autoestima, muchas veces automutilada.”
Los rumores y malos entendidos suelen tener un alto coste social y personal, malogran el poder de lo simple, de disfrutar con lo que somos y con lo que tenemos, sin pretensiones ni culpables.
Era época de derrotas para los chicos del barrio pero también de nuevos ciclos. Todos pretendían retirarse a tiempo y algunos lo conseguirán.
No piensen muchachos… Sonrían!!! Están vivos... !! Insúltense, confabulen y aplaudan la pena de los caídos. Mejor recordar las miserias y resguardar alegrías pasadas que malograr momentos de conexión ocasionales y en vano.
Nadie gana la partida, firmaré tablas, pero esta vez ...resquebrajadas y hundidas.
Kovet.
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