jueves, 10 de febrero de 2011

A piernas cansadas, buen humor.

Se ha tenido que sentar en el parque de la Granja a descansar un rato. Sus piernas ya no son lo que eran. Ahora están doloridas y machacadas por el paso de los años... ¡Ay los años! Hace nada era una muchacha joven con desparpajo y carisma y ahora se ve derrotada. Se mira delante del espejo y solo ve carne pudriéndose que no atraería ni a los carroñeros.
Pero lo que más le duele son las piernas. En su juventud era capaz de correr kilómetros y kilómetros, y ahora, un paseo corto y está molida.
Toda la vida dedicándose al deporte para nada. Aquella figura esbelta y atractiva que era sinónimo de vida, ha dejado paso a la vejez, y en cada poro de su cuerpo se refleja que se ha hecho mayor.
Pero a pesar de sus piernas medio atrofiadas, ha ganado en sentido común y ahora la vida ya no sabe jugarle tantas malas pasadas.
Habrá perdido la batalla corporal, pero no la guerra final, y aunque sabe que acabará como el resto, consumiéndose bajo tierra en algún rincón exquisito de un cementerio, su cabeza rebosará plenitud, habrá aprendido que si juegas arriesgando las posibilidades de ganar algo son mayores que si solo te quedas mirando.
A la mierda sus piernas, no le hacen falta, volará por encima de todos, sabe que lo hará. Cuando las personas que conoce la vayan olvidando poco a poco con el paso del tiempo, se alzará por encima de sus cabezas y les gritará: “Eh, que aún sigo aquí” y no tendrán más remedio que mirar hacia arriba y volver a recordarla.

  
AGONO


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